Una vez, hace mucho
tiempo, empezó a hacer mucho frío porque el invierno se acercaba. Todos los
pájaros que se iban cuando llegaba este momento en busca de sitios más cálidos
ya habían partido. Sólo quedaba un pobre pajarito que tenía un ala rota. El
pobre pensaba que si no encontraba pronto un lugar donde refugiarse se moriría
de frío, miró alrededor y vio un montón de árboles que seguro que le prestarían
cobijo.
Saltando y
aleteando cuando podía, llegó al bosque y encontró un árbol que le impresionó
por lo grande que era y lo fuerte que parecía, era un roble, el pájaro le pidió
permiso para refugiarse entre sus ramas hasta la llegada del buen tiempo. El
roble le dijo, muy enfadado, que si le dejaba picotearía sus bellotas y le echó
de mala manera.
El pájaro vio un árbol precioso de hojas
plateadas y tronco blanco, era un álamo
y pensó
que le daría refugio. Le contó su problema y
el
álamo
le echó con cajas destempladas diciéndole
que iba a manchar sus bonitas hojas y su
blanquísimo tronco.
Cerca de allí
había un sauce que con sus largas ramas colgando hasta el suelo le pareció al
pajarito que sería una buena casa para los fríos que se avecinaban. Pero igual
que los demás le rechazó argumentando que no trataba nunca con desconocidos y
pidiéndole que se marchara cuanto antes.
El pajarito empezó a saltar como podía con su
ala rota sin llevar un rumbo
fijo, un abeto le vio y le preguntó que
le pasaba, el pobre se lo contó y el abeto le ofreció sus ramas mientras
le indicaba donde hacía más calorcito. El pájaro le explicó que sería para todo
el invierno y el árbol le dijo que así tendría compañía. El pino, que estaba
cerca de su primo el abeto, se ofreció para protegerle del viento ya que sus
ramas eran más grandes y fuertes.
El pájaro se preparo un lugar bien abrigadito en la rama más grande del abeto y
protegido del viento por el pino se dispuso a pasar el invierno. El enebro se
ofreció para que pudiera comer de sus bayas y no muriera de hambre.
Estaba muy contento y charlaba
con sus amigos,
los demás árboles hacían
comentarios despectivos
sobre ellos.
fuerte y frío, iba pasando de árbol a árbol y sus
hojas iban cayendo una tras otra. De pronto giró y
de dirigió hacia donde estaban los amigos del pajarito,
el Rey de los Vientos le frenó y le dijo que podía
desnudar a todos los árboles menos a los que habían
ayudado al pájaro.
El Viento del Norte los dejó en paz y conservaron
sus hojas durante todo el invierno y desde entonces
siempre ha sido así.
3 comentarios:
Qué lindo cuento!!No lo conocía...Siempre aportando recursos originales.Muchas gracias Trinidad!
Buen fin de semana!
Besitos!
¡Qué cuento más bonito! Lo voy a imprimir y se lo cuento el lunes a mis alumnos. Un beso y feliz fin de semana.
Gracias, a ver si vemos con él un precioso montaje, a mi no me da tiempo....estoy buscando inspiración para las tablas de multiplicar :P, ayyyy hasta que coja el ritmo.
Besazos a las dos.
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